La doble jornada invisible: Las adolescentes de América Latina y el Caribe sostienen los cuidados del hogar a costa de sus derechos
- Red Actora
- 8 sept
- 3 Min. de lectura
Luis Fernando Cantoral |

Un informe conjunto de UNICEF y ONU Mujeres revela que las adolescentes de América Latina y el Caribe cargan de manera desproporcionada con el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, una realidad que perpetúa las desigualdades de género desde la infancia y limita severamente sus oportunidades de desarrollo. La evidencia, recopilada en 16 países, muestra que esta brecha no solo es de género, sino que se intensifica por factores socioeconómicos, étnico-raciales y territoriales.
La división sexual del trabajo se instala desde temprano: mientras 1 de cada 5 niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años realiza tareas de cuidado, la carga recae principalmente sobre las niñas. El 22,3% de ellas participa en estas labores, frente al 17,2% de los niños. Esta brecha, de acuerdo al informe “Niñas adolescentes: trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en América Latina y el Caribe”, se amplía dramáticamente en la adolescencia tardía (15-17 años), donde 1 de cada 3 mujeres asume responsabilidades de cuidado, comparado con 1 de cada 5 varones.
Las adolescentes destinan, en promedio, 7 horas más a la semana que los varones al trabajo no remunerado. En países como México, la brecha diaria alcanza los 80 minutos, dedicados principalmente al cuidado directo de menores, personas mayores o con discapacidad, y a las tareas domésticas. Este tiempo se resta de su educación, recreación y descanso, afectando su bienestar presente y futuro.
La situación se agrava para las adolescentes en contextos de pobreza y exclusión. Aquellas de estratos socioeconómicos bajos dedican hasta el triple de tiempo al cuidado que sus pares de mayores ingresos, evidenciando un círculo vicioso donde la falta de recursos las obliga a suplir la carencia de servicios con su propio tiempo y esfuerzo.
La educación es una de las principales afectadas. Quienes no asisten a la escuela asumen una carga aún mayor: el 27,8% de los no escolarizados realiza labores de cuidado, frente al 18,9% de quienes sí estudian. En países como Honduras, esta cifra se dispara al 37%, reflejando cómo el abandono escolar y el cuidado no remunerado se retroalimentan, especialmente entre las niñas.
Cuando estas actividades superan umbrales de horas (21 semanales para 5-14 años y 43 para 15-17), se configuran como trabajo infantil. En promedio, el 2,7% de las adolescentes de la región se encuentra en esta situación, el doble que los varones (1,3%). Honduras presenta la tasa más alarmante: el 11,2% de las niñas y adolescentes realizan labores domésticas y de cuidado en condiciones clasificadas como trabajo infantil.
El estudio identifica factores clave que profundizan esta carga: la presencia de menores de 5 años en el hogar, la falta de acceso a servicios de cuidado infantil, la replicación de roles de género tradicionales observados en sus padres y las normas sociales que naturalizan el cuidado como responsabilidad femenina. Las actitudes de las propias adolescentes hacia los roles de género también influyen: en hogares con visiones más tradicionales, la brecha en el tiempo dedicado al cuidado se amplía.
Frente a este escenario, el informe propone un marco de acción con perspectiva de género que incluye la expansión de servicios de cuidado de calidad, transferencias monetarias sensibles al género, licencias parentales equitativas y campañas de transformación cultural dirigidas a adolescentes. Medidas como la adaptación de horarios escolares para adolescentes cuidadoras y la creación de espacios de cuidado en escuelas secundarias han demostrado ser efectivas en países como Argentina y Uruguay.
La transformación cultural es fundamental. Iniciativas como “Juventudes Cuidadoras” en Chile o “Clubes de Chicas” en República Dominicana buscan deconstruir estereotipos, promover masculinidades corresponsables y empoderar a las adolescentes para que definan sus proyectos de vida más allá del mandato social del cuidado.





Comentarios